Estimados pitufos:
Aunque algunos tuvierais la convicción de que este blog estaba abandonado, lo cierto es que no es así. Aún hay mucho de lo que hablar y dar a conocer a todos aquellos que quieran saber de este trozo de historia de la Guardia Civil. Hoy, quiero hablaros de uno de los momentos más importantes de la vida cotidiana del Guardia Auxiliar Alumno, ya que el inicio del nuevo día no era nada pacífico.
Una vez tocada Diana, todos teníamos el tiempo justito para hacer la cama (y bien hecha), afeitarnos (el que tenía barba), asearnos, vestirnos y salir zumbando para la entrada del comedor donde, una vez formados escuchábamos:
-Firmes. ¡Ar!.
-A la ordén mi capitán, no hay novedad, forman 250 guardias alumnos auxiliares.
-Mande descanso y entren al comedor...
Eso sí, pasando un frío de narices si la época era invernal...
A mí me dejó especialmente marcado aquel olor a...café (bueno así lo llamaban), mezclado con el de los bollos o magdalenas, sandwidch para después, y sobre todo, caras de sueño, pelos encrespados y ganas, muchas ganas de fumarnos un pitillo en el trayecto entre el comedor y la compañía, generalmente antes de ponernos a correr como bellacos por el perímetro de la Academia.
He de agradecer a nuestro magnífico foro, y a su dueño, la foto que ilustra este comentario, y que me he tomado la confianza de coger.
No creáis que no me cuesta escribir esta entrada. En mi memoria concurren esos momentos en que salía corriendo a afeitarme; hacía mi cama y una vez vestido salía corriendo. Miro hacia atrás y me contemplo formado, temblando de frio y hambriento. El olor, otra vez ese penetrante olor del café martillea mis recuerdos y, aunque tengo que reconocer que llegué a odiarlo, no puedo negar que no sabéis lo que daría por volver a sentarme en aquel comedor, con el pelo recien cortado y mi pitillo en el bolsillo...aunque fuera una fria mañana del mes de noviembre.