Imagino que todos os acordaréis del ansiado día en que nos participaban la noticia de que habíamos aprobado el ingreso como pitufos: saltos de alegría, llamada a los amigos, familiares...en fín a todo lo que se movía en nuestro entorno. Todo era júbilo por haber conseguido lo que deseábamos y tanto esfuerzo nos supuso. Íbamos a formar parte de una Institución legendaria y, aquella comunicación, suponía algo similar al tarjetazo de los tipos del FBI de las películas policiacas. Creo suponer que, a partir de esa fecha, todos nos pavoneábamos ante todo el mundo, con la inconsciencia propia de la edad, de que en breves fechas iríamos a la ACADEMIA DE LA GUARDIA CIVIL, convirtiéndonos, entre los amiguetes, en una especie de "hombre de Harrelson" a la española, eso sí. Unos compañeros me han hecho llegar la notificación de Carlos, otro compañero nuestro, por la que le comunicaban su ingreso en el Cuerpo como Auxiliar y la fecha de la incorporación a la Academia y que podéis contemplar en la imagen superior.
Pues bien, como a toda acción le corresponde una reacción, he querido acompañar, al documento del compañero, mi pasaporte a la Academia. Ese día de partida era otra cosa: frente a la alegría de ingresar en la Guardia Civil, la tristeza de los que dejas atrás, sobre todo la tristeza de tu madre que contempla con lágrimas en los ojos, sin entender muy bien que gaitas haces marchándote a un lugar como aquel donde todo es sacrificio y sufrimiento, la partida de su hijo.
Yo, me fuí a la estación con una amiga que me llevó en su coche, pero, en el andén, estaba solo sin conocer a nadie y con la misma cara de asustado que todos aquellos chavales que iban incorporándose, poco a poco, al tren. En nuestros ojos, se adivinaba una extraña complicidad mediante la cual íbamos escudriñando alguna señal que delatara que éramos compañeros; también podía apreciarse como la tristeza apagaba el rostro por dejar a la familia que, al fin y al cabo, muchos abandonaban por primera vez. Todo aquello ocurría sin saber lo que te esperaba a la vuelta de la esquina... del resto de tu vida.